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La autoestima es un concepto, una actitud, un sentimiento, una imagen y está representada por la conducta. Es la capacidad que tenemos de tratarnos con dignidad, amor y realidad. Las personas que tienen una elevada autoestima tienen facilidad para ser íntegras, sinceras, responsables, compasivas y saludablemente competitivas. Pueden pedir ayuda a los demás porque aceptan sus limitaciones. Se aceptan completamente. Cuando la gente siente que vale poco el engaño, el maltrato y el desprecio de los demás. Esto le abre a la posibilidad de convertirse en víctima. Cuando alguien espera lo peor baja la guardia y permite que lo peor suceda. Para defenderse, tendrá que ocultarse detrás de un muro de desconfianza y hundirse en la terrible sensación de soledad y aislamiento. De esta forma, al verse separado de los demás, se vuelve apático, indiferente hacia sí mismo y quienes le rodean. Para estas personas es difícil ver, escuchar o pensar con claridad ya que las percepciones están "teñidas" por sus sentimientos de poca valía, Están permanentemente con una actitud defensiva. El temor es la consecuencia natural de esta desconfianza y aislamiento. El temor nos limita y ciega, impide que probemos nuevos medios para solucionar los problemas. Los sentimientos de valía sólo pueden florecer en un ambiente en el que puedan apreciarse las diferencias individuales, donde el amor se manifieste abiertamente, los errores sirvan de aprendizaje, la comunicación sea abierta, las normas flexibles, la responsabilidad sea modelada y practicada la sinceridad. Esta es la clase de ambiente que observamos en una familia con sanos patrones de interacción. No es un accidente que los hijos de las familias que practican todo esto se sientan bien consigo mismos y sean individuos sanos, saludables y competentes. Por el contrario, los hijos de familias conflictivas a menudo tienen sentimientos de inutilidad, crecen como pueden con una comunicación "torcida", reglas inflexibles, críticas por sus diferencias, castigos por sus errores y sin experiencia alguna en el aprendizaje de la responsabilidad. Estos niños tienen el riesgo de desarrollar conductas destructivas sobre sí mismos y sobre los demás. Atendiendo a lo anterior podemos decir que los arquitectos de nuestra autoestima nuestros padres. Gracias a Dios, es posible levantar la autoestima de una persona sin importar su edad o condición. Debido a que el sentimiento de baja valía fue aprendido, es posible desaprenderlo e integrar un nuevo conocimiento en su lugar. El cambio puede ser lento, pero todos somos educables. Lo importante es aceptar la idea de que un cambio es posible. El primer y gran cambio que deberíamos hacer es aprender a expresar nuestros sentimientos. Hay un tabú cultural que prohibe hablar de lo que uno siente. Expresar lo que sentirnos es una de las cosas que mayor paz nos da. Hay algo muy importante que conseguimos con esto y es: controlar nuestras reacciones. Por ejemplo, si estoy enojado, y puedo decirlo. "estoy enojado, ¿por qué será? ¿Qué me habrá afectado?", entonces tengo la posibilidad de pensar: "como estoy enojado y nadie tiene que ver con esto, me voy hasta que se me pase". Un buen ejercicio es analizar las cosas que me ponen triste, contento, enojado, melancólico, etc. Mientras más nos conocemos, más capacidad tenemos para mejorar, más nos aceptamos, más nos queremos y nuestras actitudes son más seguras. Sentirnos algo muy bonito que se llama autoestima saludable. Ahora voy a dejar con vos una declaración de autoestima. Cada vez que sientas que es difícil expresarse, Icé esto. Te dará una nueva perspectiva de por qué debes insistir en el camino y por qué vale la pena es esforzarse.
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